"Yo soy Ba'al, amo y señor. Soy Moloch, rey y monarca. Soy Quemós, destructor que somete. Soy Anu, señor del cielo. Soy Astral, sin carne mía, y carne ansío. Pacto antiguo arraigado en tus generaciones, antepasados de sangre, vínculo de sangre, sacrificio de sangre. Tu primogénito, mi sacrificio. Por su vida, mi favor."
Salomón soñaba sin sueños, envuelto en un eco de estas palabras. Tan lejos, tan torcido, tan viejo y tan necio. Hacía mucho que no se reconocía a sí mismo. El rey abrió los ojos envidriados y desenfocados. ¿Cómo empezó todo?
Eran hermosas, sumisas, incitantes. Mujeres enviadas como tributo desde Moab y Ammon, que danzaban curvándose como juncos húmedos y se agitaban ondulantes, primero en sus salones y después en sus aposentos y finalmente en su lecho. Le devoraron, se devoraron entre sí. Las vio competir por su atención y dedicación y se sintió complacido. Él era su deseo y su ansia. Ellas eran su fiebre y sus noches sin sueños, sus Qarinah* vivientes.
Y cuando no pudo resistirse más a sus tentaciones, empezaron a negárselas. Él las buscaba con ansia y ellas se le daban cada vez menos, y le despreciaban cuando concedían sus favores. Le decían que no era hombre suficiente y que no las satisfacía. Se sintió humillado, él que había sido llamado sabio entre los sabios, y bendecido para serlo por Él... Aquel fuera de quien no hay dios, el Altísimo; pero su masculinidad ahora dependía de sus mujeres. En su mente y su espíritu aun sabía quién era y quién debía ser, pero el fuego de la vergüenza y la impotencia de su carne no le dejaban serlo.
Buscó soluciones, imploró, persiguió. La paz que una vez había sido su nombre mismo se le escurría de entre los dedos. Buscó a los que adoraban la fertilidad, buscó a los viejos dioses, los dioses prohibidos que una vez persiguió y abatió. Sus mujeres dieron su aprobación y le recompensaron cuando el rey marchito levantó los altares a los dioses de sus tierras. Salomón vió lo que no había querido ver: no hubo diferencia en él. Nada cambió realmente. Había caído bajo el control de estas concubinas ladinas y engañosas. Esclavo de sus esclavas, esclavo de su bajo vientre. Y ya no supo detenerse.
Se dice que el Altísimo levantó un hombre santo que acudió a Salomón y le habló de cómo volverse de los caminos malditos. Pero Salomón no osó escuchar la sabiduría de la justicia. Levantó entonces Shaytan a un hombre corrompido por setenta y siete espíritus que le dominaban e instruían en las artes de los Astrales para robar y matar y devastar, y buscó a Salomón y le habló conociendo su maldad y su sufrimiento y le instruyó en su oscuro poder, para que gobernara a los que le atormentaban aliándose con un Astral más grande que ellos, un Djinn**. Y avergonzado por su debilidad, Salomón escuchó y declaró en nombre del oscuro poder que les serviría. Y aliado con el, envió lejos a los espíritus de sus noches y a los que le enfermaban y a los que le consumían, y los encerró bajo siete sellos y puso condiciones secretas para que pudieran ser liberados, que sólo el Altísimo debería conocer.
Pero también el Djinn tenía poder sobre él ahora y atormentaba con pesadillas su mente interior. Por ello, Salomón lloró lágrimas amargas y pactó con el Astral que le abandonara, prometiéndole su primogénito varón de una de sus concubinas ammonitas. Y el Djinn aceptó y le abandonó a partir de entonces, mas la concubina, instruída por el espíritu, huyó del palacio tan pronto como quedó encinta.
Dicen las crónicas que en sus últimas horas Salomón se arrepintió y lloró y se cubrió la cabeza de ceniza en actitud de duelo, y pidió perdón al Altísimo hasta que al cabo durmió y fue junto a sus padres. Y hubo paz en su rostro cuando expiró el último suspiro.
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* Qarinah: Espíritu que tiene relaciones carnales con la persona que posee durante el sueño, súcubo.
** Djinn: en la mitología islámica, Allah creó como seres conscientes a los ángeles, los hombres y los djinn (genios), que en muchos aspectos se equiparan a los demonios judeocristianos.
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* Qarinah: Espíritu que tiene relaciones carnales con la persona que posee durante el sueño, súcubo.
** Djinn: en la mitología islámica, Allah creó como seres conscientes a los ángeles, los hombres y los djinn (genios), que en muchos aspectos se equiparan a los demonios judeocristianos.
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