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domingo, 26 de octubre de 2014

Djinn Despierta (15): Alter

- "Alter" significa "otro". Alternativo, otra posibilidad. Alterar, hacer de algo otra cosa, cambiarlo. Nosotros somos los Otros.

Con una taza de té humeante enfriándose poco a poco en mis manos -no me gusta el té, pero Alyosha dijo que traía mala suerte beberlo sólo y me la sirvió junto a la suya; estaba calentita, al menos, y según le escuchaba di algún sorbo que otro- yo sólo escuchaba. Escuchaba mientras él rompía todos mis esquemas de qué era real y qué no. Era el último paso necesario, en realidad; era como pelar un huevo duro, algo que sólo tiene sentido hacer después de haberlo cocido. Después de que se haya transformado. Y aunque mi cambio ya se había completado, Aly aun tenía que arrancarme la cáscara.

- Hay... tipos de Otros -continuó-. Con inicios y síntomas comunes. Mayorías dentro de una minoría. Suficientes para respaldarse mutuamente. Manadas. Grupos de apoyo. Bandas. Diversas formas de hacer lo mismo, de acuerdo con sus naturalezas, sus actitudes. -"O sea, exactamente igual que en la vida real", pensé.- La mayoría somos independientes. Yo sería un diplomático, si fuéramos una sociedad. Al menos me gusta verme así. Hago alianzas, ayudo a mantener la paz. Me llaman la Mano Izquierda. Si no, sin la función que yo realizo, los recién entrados a Otromundo son carne de cañón. Sobre todo ante el Círculo. Pero eso vendrá después...

Lo cierto es que no quería nada "después". Lo necesitaba todo ahora. O nunca. Y no dejaba de irritarme la condenada manía de Aly de tener razón en todo.

Di otro largo sorbo a mi té.

- Tú eras algo en potencia. Estabas en riesgo de caer. Pero era posible cuidarte, salvarte. He rezado por eso, porque hasta mis oraciones son respondidas a veces. -suspiró y agachó la cabeza. Pensé que se veía muy humilde así. Humilde: HUndes tu MIrada en baLDE, quizá.- En cuanto a Lorca... él hubiera debido ser capaz, debería haber bastado. Se le puede confiar la vida; le confié la tuya. Me equivoqué. No creas que le culpo -aclaró, como si yo pudiera pensar que ese fuera el caso- La culpa es mía. Subestimé la urgencia de protegerte. Él es un Alter, también, con habilidades semejantes a las tuyas. Si hubiera tenido más tiempo contigo, habrías estado a salvo. O si yo me hubiera quedado a tu lado. Tenia compromisos y demás basura estúpida y dejé que se cruzaran en medio. Me merezco tu odio. Y tú mi arrepentimiento.
Haré lo que esté en mi mano por ayudarte, Djinn. Sigo atado por muchas obligaciones, y no cumplirlas... equivale a desatar guerras, guerras invisibles y sangrientas, letales pero ocurridas entre bambalinas de la ciudad, tras el escenario de las vidas normales.

Me sentí despreciada y tuve que hacer un esfuerzo consciente por combatir esa idea. Aquí estaba él, confesando, haciéndose vulnerable, abierto a que yo le insultara o lo que fuera. Y diciendo que había muchas vidas, muchas personas, o lo que fuéramos los Alter y los demás de Otrositio o como fuera, que dependían de él. Lo comprendí entonces como lo comprendo ahora. Pero una parte de mí se dolía de no poder ser más... especial. No para todos. Para él. Y como si hubiera leído mi mente, añadió:

- Quisiera ser capaz de hacerlo y decirte que destruiré el mundo por protegerte. Pero entonces, no tendría un mundo al que devolverte si logramos que todo esto termine. No te mentiré. Deseo que confíes en mí.

Qué remedio me quedaba. No sólo deseaba intensamente tener a alguien en quien confiar. Sino que él me reconocía. Y me pregunté por qué: no era por nada que yo hubiera hecho. Quizá, de alguna manera, era sólo por ser yo. Tuve ganas de sonreirle, pero no me atreví, no supe por qué. Me tapé la boca bebiendo de la taza, que descubrí vacía.

-  Ahora tú también eres Alter; has despertado al Djinn ofrendándole una vida. O quizás una primera vida de muchas. Como tuviste la primera elección, volverás a tenerla. Pagar el Precio y recibir el Poder. Esa es la esencia de Otromundo. Y con todo lo que comporta, también la tuya de aquí en adelante.

Siguió un largo silencio. La cabeza me daba vueltas. En medio del silencio, nos llegaba el ronquido suave de Lorca desde el recibidor, como un ronroneo de tigre. Intentaba no distraerme pensando en eso, pero mi mente quería escapar de todo esto. Quería volver a correr con todas mis fuerzas y no pensar. Quería golpear algo, fuera mi colchón, el Skull gigante o a Aly. Quería, sobre todo, no haberle roto el cuello a aquel desgraciado.

Tenía en el estómago ese peso ácido de lo inevitable, lo irreparable de haber hecho algo malo, haber roto algo que no podía arreglar. Una vida. Una muerte.

Y vagando en busca de algo en lo que centrarme, mis pensamientos lo hallaron en las palabras de Alyosha.

- Quieto ahí un momento. ¿Elección? ¿Qué clase de elección tuve? Me estaban atacando, agarrando, me iban a... -me miró a los ojos y creí que iba a decir algo, pero no me interrumpió. En cambio, yo sí lo hice. Intenté tragar saliva y seguir hablando a la vez; una idea estúpida. Serían sólo unos segundos, pero creí que no pararía de toser nunca, y Aly esperó sin una sonrisa ni media. Al final dije:- Hice lo único que pude. No habían alternativas.

- Más que muchos -repuso después de pensar unos momentos- Pudiste defenderte en vez de atacar. O pudiste romperle los brazos. Podrías haber puesto la otra mejilla. Pudiste ser valiente en vez de asustarte, Djinn. -me indigné tanto... le pegué una bofetada. Tan fuerte como pude. Y tembló entero; por un momento creí que se caería. Se sostuvo contra la pared. Su mejilla enrojeció como el fuego. Sus ojos eran tristes como siempre. No, decepcionados. Esperaba más de mí. Y ahora lo diría, seguro.


Me abrazó. Fuerte. Era cálido y olía bien. Olía a incienso y a desodorante fresco y si la compasión tuviera olor, decidí que sería ese. Me resistí como medio segundo entero, y luego agarré a él, a la espalda de su camisa. Cuando apoyó la barbilla sobre mi cabeza me sentí muy pequeña. No sé cuando empecé a llorar pero fue liberador. No hice ruido, eso no, porque una cosa era ser débil y otra anunciarlo para que cualquiera se enterara. Pero lloré mucho y mucho rato y él no me dejó ir, con su mejilla roja, con todo el derecho a enfadarse conmigo. Pero decidiendo no hacerlo. Fue el mejor sermón que podía echarme, dejarme soltar todo lo que se me había acumulado en el pecho y vaciarme sobre el suyo.

- ¿Tú... me quieres? -me escuché preguntarle. No recordaba haber hecho nunca esa pregunta antes. Eso se nota, si te quieren o no. Pero con Aly no tenía modo de saberlo. Me estaba cuidando pero tenía en cuenta muchas más cosas. Quería ayudarme pero me decía que era responsabilidad mía haber matado a aquel desgraciado. Se ofrecía a enseñarme pero me volvía loca. Y me estaba abrazando y quería machacarle o que no me soltara más, una de dos. O las dos. Yo que sé.

Me acariciaba el pelo en vez de responder. Me dolía la barriga, como si el té me hubiera sentado mal o algo. El silencio se convirtió en ese zumbido extraño que oyes cuando no puedes oir nada más y de pronto puedes escuchar ese ruido, como si un reloj oyera sus propios engranajes. Sólo se oía su respiración y su corazón. El mío ni siquiera se atrevía a acelerarse por miedo a ser decepcionado.

- Claro que sí -dijo al fin.

Contuve la respiración.

- Cuando supe que tenías el Djinn empecé a informarme sobre ti. Y normalmente no hubiera atendido algo así en persona, ¿sabes? Pero lo hice. Eché un vistazo a los informes. Unos pocos ojos selectos ya te espiaban... Eliminé a la mayoría y dejé sólo a uno lo bastante dócil e inofensivo. -temblé un momento preguntándome qué implicaba ese "eliminé", exactamente. Preferí no pensar en los detalles- Y me gustó lo que vi. Tu coraje, tus principios, tu negativa a desesperarte. Me pregunté muchas veces cuanto podría conocer de eso si nos encontráramos en persona. Te quiero, Gina. Tanto como se puede querer en realidad a alguien con quien he compartido unas pocas horas, que es muy poco comparado con lo que te mereces. El tiempo de mirar de lejos como un acosador no cuenta.

Y tampoco me habían dado nunca una respuesta así. No me entusiasmaba que una panda de voyeurs hubiera estado mirando por mis ventanas o siguiéndome en la calle. Me sentía avergonzada y muy molesta. Pero debajo de todo eso, la sinceridad de Alyosha era lo más importante para mí. Me sentí capaz de confiar en él, como me había descubierto confiando en Lorca. Estaban de mi lado. Y ahora mismo lo que más necesitaba era tener apoyo, aliados, amigos.

Arielle. Isabel. ¿Habían sabido algo de esto? La idea me quemó la mente como un relámpago: fugaz, intensa, dolorosa. ¿Qué quería decir lo que habían hablado con Lorca? ¿Eran de fiar? ¿Eran también parte de Otromundo? Decidí averiguarlo en cuanto fuera de día.

Y tan pronto lo pensé, la luz del amanecer brilló y me cegó a través de los ventanales del ático, como si los amplios vidrios lo multiplicaran y me privaran de toda protección. Me protegí los ojos y me los limpié de lágrimas. Miré a Aly, que me devolvió la mirada con ojos igualmente húmedos. No me lo esperaba y de pronto ese momento se volvió mucho, mucho más compartido.

Djinn Despierta (14): Drama

(La escena: un parque en la oscuridad previa al amanecer. El cielo empieza a teñirse de púrpura lejanamente. GOLIAT está postrado, la cabeza torcida hacia un lado con la mejilla aplastada contra el suelo, hincado de rodillas. Pasan largos segundos antes de que se agite, primero un brazo, luego una pierna. Se incorpora con lentitud, la cabeza aun en posición convulsa, su expresión oculta al público, probablemente para bien. Se levanta pesadamente.

GOLIAT tira de sus rodillas hacia abajo, una por una. Las piernas se repliegan hasta la mitad de su longitud. Ahora parecen gordezuelas y torpes. GOLIAT repite el proceso con el cuello: tira más en la dirección en la que se ha roto, hasta que algo se suelta y se coloca de nuevo con un cimbreo elástico. La expresión es neutra, como habituada al proceso hasta el hastío.)

GOLIAT: (murmura) Al menos esta vez he recordado no recogerme los brazos primero. (Dirige una mirada a los primeros rayos violáceos que anuncian el alba; rápidamente comienza a replegar los brazos tras hacer un ajuste en los codos; los brazos quedan igualmente rechonchos. El torso sube un momento y se encoge. GOLIAT mide aproximadamente la mitad de su altura ahora. Extrae torpemente, a tirones, la capucha de su sudadera de su jumper, y la echa sobre su cabeza para ocultar su cara tatuada. Gruñe. A trompicones, hace mutis por el foro. Las luces se apagan.)

(La escena: una sala luminosa de paredes empapeladas en rojo con motivos en oro, de estilo rococó, con una mesa de centro de madera de cerezo, acristalada, rodeada de sillas bajas de idéntico diseño. Sentada frente a ella está TULIUS, sirviéndose bourbon de una jarra de cuello alto con vasos a juego de cristal de bohemia. Su expresión es cuidadosamente átona; viste camisa remangada y pantalones de vestir. Está bebiendo con los ojos cerrados cuando GOLIAT entra en escena. Se mueve pesadamente y hace ademán de sentarse en una de las sillas cercanas. Sin mirarle, TULIUS levanta una mano en su dirección y GOLIAT se detiene en seco. TULIUS degusta la bebida lentamente, inmóvil; congela el tiempo en el sabor alcohólico y el frío tintineo del hielo, que debe hacerse audible.)

TULIUS: No. La destrozarías. Como las otras. (GOLIAT se muerde el labio inferior con un largo colmillo, tenso y furioso. Tiembla levemente, casi del todo paralizado) ¿Es esta tu forma de rebelarte? No puedes desobedecer y lo sabes. Traición, imposible. Pero puedes ser estúpido y fastidioso. ¿Ese es tu juego? (TULIUS saca del vaso un cubito de hielo. Mira a GOLIAT a través de él) Informa.

GOLIAT: Se ha hecho. Ha matado. Tiene poder.

TULIUS: Ajá. ¿Cuantas vidas?

GOLIAT: Una.

TULIUS: ¿Cuanto poder?

GOLIAT: No mucho. Soy cinco veces más fuerte que ella. Puede que más.

TULIUS: (levanta una ceja, divertido) Qué locuaz, de repente.

GOLIAT: Lo hubieras preguntado de todos modos. Libérame.

TULIUS: (gesticula descuidadamente y GOLIAT da un paso atrás, como si una gran tensión le soltara de pronto) Cinco veces, quizá más. Es poco, casi decepcionante de tan poco. Pero la diferencia es abismal. (Pausa) Tú sabes lo que soy.

GOLIAT: Necr... (TULIUS le arroja el vaso vacío a la cara con furia súbita; se hace añicos contra su cara. El golpe lo sorprende, tropieza con sus propias piernas y cae al suelo)

TULIUS: ¡No me llames así! Asqueroso pedazo de... (se da la vuelta, se pasa la manos por el pelo con desespero tratando de calmarse sin mucho éxito. Camina en torno a la mesa haya GOLIAT) Limítrofe. Soy un limítrofe. Pero tú realmente crees que soy eso, así que estás obligado a contestar lo que crees que es cierto, ¿verdad? Arreglaré eso, infiernos, claro que sí. (Levanta un pie y pisa el costado de la cabeza del caído GOLIAT, sujetándola contra el suelo y dando la cara al público. GOLIAT sólo rechina los dientes, debe ser audible) Yo uso los límites. Los marco, los cruzo, los rompo, los defino. Hoy ella es mucho más débil que tú. ¡Pero donde tus límites están cerrados, ella no tiene ninguno! ¡Su potencial es... inconcebible!

GOLIAT: (con un tono grave, constreñido) Sigues diciendo... Esas palabras...

TULIUS: Y son cada vez más ciertas. El Djinn no tiene más límite que la chica. Pero ella es sólo... cuestión de tiempo. Y me servirá. (Sin levantar su pie de la cabeza de GOLIAT, alcanza la botella y otro vaso y se sirve un trago corto sin hielo) Ya lo verás. Ya veréis todos.

(Las luces empiezan a atenuarse al empezar la  penúltima frase. La última se pronuncia en la oscuridad total. Telón.)